nuevos comienzos - Una nueva red 5E
Reglas para una nueva convivencia y una nueva red - O mucho mejor aún para una nueva sociedad completa

Un Código Moral Universal

Promover un cambio de esta naturaleza -creado en la Red y movilizado desde allí- indudablemente requiere la colaboración activa de todos los miembros de la sociedad. Seguramente, este no será un asunto fácil. Tras varios siglos de capitalismo y libre mercado, será difícil convencer a quienes tienen cierta riqueza que orienten sus beneficios no sólo para sí mismos, sino en favor de otros. Tal vez no sea un problema con el que podrá lidiar eficazmente esta generación, pero la historia ya nos da indicadores preliminares de que las cosas están a punto de cambiar. En estos momentos de pandemia, independientemente de si tienen mucho o poco, todos los seres humanos están viéndose obligados a encerrarse en sus casas. Por supuesto, aquellos que tienen más recursos, están sobrellevando las cosas con más tranquilidad que quienes no, pero el factor salud está afectando a todos. La economía moderna se mueve al vaivén de los hechos mundiales: guerras, atentados terroristas, revoluciones sociales o políticas y, últimamente, crisis humanitarias, determinan el comportamiento de las finanzas en el mundo a su propio capricho. Entender, a tiempo, que el camino por el que vamos no es el más apropiado, nos permitirá corregir el rumbo hacia modos de vida más acordes con lo que nos exige el momento histórico.

Para ello, hay que operar, igualmente, una revolución moral en la sociedad. Aun teniendo en cuenta las diferencias de todas las religiones y credos que se profesan en el mundo, es posible encontrar principios morales comunes a todas, como tratar a los demás como quisieras que te trataran a ti, la preservación de la vida y la integridad de las personas, que el fin no justifica los medios o la libertad y autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, los principios morales que regirán a la Red 5E deben ser aún más sencillos, de modo que estén libres de terminologías filosóficas complejas y todo el mundo pueda comprenderlas con toda facilidad. Estos principios son:

  1. No matar. Ni directamente, ni a través de los contenidos que circulen en la Red.
  2. No aprovecharse de otros. No hacer cosas que puedan resultar lesivas para los demás, a menos que se cuente con su consentimiento. Esto incluye no utilizar trucos o engaños de ninguna índole para robar.
  3. No abusar de los menores de edad. Los menores no pueden ser expuestos a contenidos o actos sexuales ni, mucho menos, pornográficos. Todo contenido debe ser idóneo para su grupo de edad.
  4. No mentir. No hacerlo acerca de uno mismo ni de los demás. En caso que una situación lo requiera, se analizará, separadamente, a través del filtro correspondiente.
  5. Claridad. No utilizar traducciones de otros idiomas para cambiar el sentido de una idea, ni hacer las cosas intencionalmente complicadas para que los demás no las entiendan.

Todos ellos son consistentes unos con otros, de modo que el cumplimiento de uno no atente contra los demás. Cada uno y todos, en su conjunto, dan lugar a una serie de reglas que rigen la vida de aquellos que profesan determinado credo o religión. Si fuera posible, entonces, sintetizar efectivamente un Código Moral Universal, con unos pocos principios básicos y que trascendiera todas las religiones, respetando sus diferencias formales, sería posible encaminar a la humanidad hacia un mayor equilibrio. El comportamiento humano se regiría, principalmente, según estos principios y procuraría que ninguna de esas acciones rompiera el balance que se lograría con el respeto de lo básico: el sentido común, el buen trato, la vida, la integridad, la equidad, la libertad. Partiendo de esta consideración, la Red pondrá en funcionamiento el sistema de filtros para garantizar que todos los contenidos y actividades que se hagan a través de ella, se ajusten a ese Código Moral. Al tiempo que garantiza un marco de acción íntegro, también genera una dinámica de generación de empleo al requerir la participación de los usuarios en cada uno de los filtros y democratiza, a la vez, la información dándole solidez a la base del sistema.     

Es evidente que todo código es, de algún modo, un mecanismo de control. En un sistema que buscaría garantizar la libertad de las personas, la idea de control puede ser entendida como una contradicción. No obstante, es necesario precisamente para establecer las condiciones según las cuales esa libertad es posible. La libertad es un derecho que garantiza a todo ser humano conducir su vida según sus propias decisiones, de esta manera procura su autonomía de pensamiento, palabra y obra. El libertinaje, por otra parte, es el uso irresponsable de esa libertad, sin atender a las consecuencias de los actos realizados, sin tomar responsabilidad por ellos, lo cual resulta muy peligroso para la estabilidad social que se busca. De ahí que sea necesario establecer dispositivos de control que ayuden a mantener el equilibrio y que surjan como resultado del acuerdo, no como imposición desde un estrado del poder. Así pues, la Red será ese dispositivo emanado de todos para permitir un ejercicio responsable de la libertad. Y ello, en el futuro, quizá conduzca a que ya no haya estados absolutos sino grupos de personas que vivan según intereses, circunstancias y creencias afines. 

Así como el control, el rigor es otro elemento fundamental a la hora de considerar un Código Moral Universal. Nada ni nadie debe estar por encima de las normas que se establezcan. Ningún acto humano debe trasgredir el acuerdo, justamente por el hecho de que es resultado de un proceso de negociación para que la vida armónica de todos sea posible. La rigurosidad en la aplicación del Código es, pues, fundamental en todos los casos aún cuando cada uno deba ser considerado de modo independiente. En ese sentido, el concepto no se refiere a ser inflexibles con las normas que componen el Código, sino a la obligación de seguirlas, a una cierta disciplina.  Por ello mismo, todo debe ser tan simple, para que todo el mundo pueda comprender las reglas y tenga claro que debe cumplirlas con un rigor absoluto. Es evidente que, dada la complejidad de las sociedades en la actualidad, la aplicación de un Código Moral Universal es de vital importancia para que se establezca un orden que todos puedan seguir. El asesinato o la tortura, por ejemplo, no pueden estar justificados por las libertades que garantiza mi credo o religión, o por el ejercicio mismo de mi libertad y autodeterminación. Por encima de ello opera el principio moral que protege la vida y me obliga a buscar alternativas que permitan soluciones distintas.

La disciplina que requiere el observar este Código va, igualmente, de la mano con el cambio en la escala de valores de que se hablaba en capítulos anteriores. En la cúspide de la pirámide ha de estar el ser humano, pero no como individuo solitario, sino como sociedad. Esta es la razón para que, por ejemplo, todos los usuarios deban aceptar cuando sean convocados a participar en uno de los filtros para tomar decisiones. La idea principal de que el colectivo está por encima del individuo, los obliga a ser parte activa del sistema. Esta concepción pone de manifiesto que cualquier actividad humana es aceptable en tanto cumpla con el Código Moral y beneficie, de un modo u otro, a la humanidad, el valor supremo. Así las cosas, si a una persona se le encomienda una actividad en beneficio del grupo social, deberá hacerla y, como ya se ha dicho, recibirá el pago en unidades de valor digital que le corresponde por el desarrollo de la misma. Podrá, también, ceder el derecho a ejercer ese trabajo a un tercero, pagándole a este para que lo reemplace en esa tarea y cubriendo, así, el pago correspondiente que debería hacer el sistema. Sin embargo, aún queda por definir cuántas veces es posible llevar a cabo esa cesión, ya que serán convocados nuevamente. La sociedad es el valor fundamental y el servicio a esta es obligatorio, por igual, para todos. En cualquier caso, para no afectar los negocios personales ni la producción general, la Red procurará hacer una rotación equitativa de las convocatorias a participar en los filtros.

Finalmente, la implementación del Código Moral implica la necesidad de fortalecer la educación para la toma de decisiones. Con ese objetivo, la Red 5E habría de establecer una nueva forma de clasificar los grupos etarios (Niños, jóvenes, adultos) de modo que, desde niños, los individuos fueran formándose en la libertad y el discernimiento. Para ello, debería pensarse en un modo distinto de considerar al ser humano como sujeto cognitivo. Cabría, entonces, pensar en el diseño de un modelo educativo que, basado en las teorías psicológicas y pedagógicas adecuadas, permitiera poner en práctica el hecho de que cada etapa del desarrollo cognitivo en un ser humano, le permite formarse en entender problemas de complejidades éticas y morales más profundas. Ello, por ejemplo, prepararía su participación en el sistema de filtros desde una etapa temprana y los incorporaría, más prontamente, a la dinámica social. En un modelo así, probablemente no hablaríamos de categorías como recién nacidos, párvulos, niños o adolescentes, sino de recién nacidos, niño 1, niño 2, niño 3, adolescente 1, adolescente 2, etc., según su desarrollo y capacidad. No obstante, la conveniencia de esto será discutida cuando la Red, en su proceso de nacimiento y consolidación, se abra a un mayor debate con un buen número de usuarios.

La capacidad para tomar decisiones es uno de los aspectos más importantes de la libertad, ya que involucra no solo evaluar causas y consecuencias, sino también la realización de juicios y valoraciones antes de llegar a las veredictos finales que determinen el curso de nuestra vida. Ese es el verdadero ejercicio de la libertad, la posibilidad de elegir, sin constricciones y con sabiduría, dependiendo de nuestras condiciones personales. Quizás sea una verdad incontrovertible, pero muchas personas parecen ignorar que no todo lo que circula en Internet es verdadero, que existen realidades diferentes y todo merece ser pensado. En tanto el sistema educativo enseñe eficazmente a decidir, los medios comuniquen lo más claro posible y todo sea traducido de la manera más específica a los términos y circunstancias de cada cual, este ejercicio dialéctico de la libertad, en su estado más puro, está garantizado y permitirá a la construcción de una sociedad mejor para todos. Si el Código Moral Universal hace las cosas posibles, ello mismo las hace publicables. Nadie tendrá nada que ocultar, así se dará el ejercicio de la libertad.